viernes, 8 de agosto de 2008

LA TRISTE Y MISERABLE VIDA DE ROBIN ( BURT WARD)

Elogio de Robin
Por: RODRIGO FRESÁN
ILUSTRACIONES: DIEGO PATIÑO © 2006
SOHO

¿Castro era el robin del che? ¿quién era batman: jfk o robert kennedy? y lo más importante: ¿es robin un héroe o un pobre tipo al borde de un colapso nervisoso?
¡SANTOS INTERROGANTES! La idea —el síndrome— de Robin existe desde mucho antes que el Joven Maravilla. Robins hubo y habrá siempre: Moisés es el Robin de Jehová; Mercuccio, el de Romeo; Sancho Panza, el del Quijote; Boswell, el de Johnson; Renfield, el de Drácula; Watson, el de Holmes; Garfunkel, el de Simon… Pero es Robin el que rarifica la ecuación y son su ingenio (más que genio) y su figura los que enrarecen el misterio del segundón. Porque Robin, también, difumina límites y propone inquietudes: ¿cuándo se deja de ser Robin para ascender a Batman? ¿Fue Dean Martin el Robin de Jerry Lewis? ¿Alguien se atreve a afirmar que Bioy Casares era tan solo el ayudante de Borges? Quién manda en realidad: ¿Laurel o Hardy? ¿Castro era, en principio, el Robin del Che? ¿Quién era Batman: JFK o Robert Kennedy? Y acaso lo más importante de todo: ¿Es Robin un héroe o un pobre tipo siempre al borde de un colapso nervioso?¡SANTA DISYUNTIVA!
Robin aparece en el cómic en 1940, un año después del nacimiento de Batman y su función está clara: captar al lector más joven del mismo modo en que Batichica —años después— iría por el público hembra. Robin se llama Dick Grayson (Ricardo Tapia para nosotros) y es adoptado por el multimillonario Bruce Wayne (Bruno Díaz) y es el único sobreviviente de una masacrada familia de trapecistas y… ya saben cómo sigue. Y ahí está ese trajecito francamente ridículo que Batman le obliga a ponerse y que —por primera vez, en 1953, en el libro del psicólogo Fredric Wertham titulado Seduction of the Innocent— lo convierte en sospechosa víctima de abusos sexuales por parte de su adinerado benefactor.

Exactamente ahí comienza, sospecho, su rencor sin fin.¡SANTOS TUBOS CATÓDICOS! Nuestra principal y más fuerte percepción de Robin será, siempre, la radiación recibida frente al televisor emitiendo esa gloriosa kitsch-camp-gay adaptación de Batman que el mediocre director de cine Joel Schumacher intentó en vano emular en los largometrajes Batman Forever y Batman and Robin (posteriormente George Clooney habría dicho haber actuado un Batman 'homo') hundiendo a la franchise en un coma de años del que la despertó Christopher Nolan (sin Robin) con Batman Begins. Recuerden porque nunca la olvidaron: villanos invitados, estética pop (¡CRASH, KAPOW!), los innumerables y siempre oportunos bati-gadgets, el Hombre Murciélago bailando ¡¡el batusi!! y ese gran tema de apertura que grabaron tanto The Who como The Kinks. Y, por supuesto, esa versión casi S&M de Gatúbela. Y Robin lanzando a diestra y siniestra sus "¡santos!" y "¡santas!" metido en el cuerpo del entonces joven actor Burt Ward. Tipo raro y complejo y así lo atestigua el mockumentary de culto Return to the Batcave: The Misadventures of Adam and Burt (2003) y sus autopublicadas memorias bastante resentidas con el actor Adam West (igual de chiflado, pero benéfico) y con el mundo en general tituladas Boy Wonder: My Life in Tights (1995). Allí nos enteramos —o eso nos asegura Ward— que a los dos años ya era patinador profesional sobre hielo, que fue un experto en artes marciales a la altura de Bruce Lee, que era un genio sexual especialmente celebrado por su cunnilingus, que era un ajedrecista genial y lector hiperveloz, que grabó un disco producido por Frank Zappa (Boy Wonder, I Love You), que le habían ofrecido el protagónico en el film El graduado, pero que no pudo aceptarlo "por mi contrato con Batman" y que la producción le obligó a tomar "un medicamento" para que el "gran tamaño" de sus genitales no fuera tan evidente bajo el slip de Robin.
Y al leerlas uno se pregunta si Ward (quien en realidad se presentó al casting para el personaje de Batman) está loco, uno se pregunta si Robin no estará loco. Para complicar las cosas, además, hay demasiados Robins dando vueltas por ahí… ¡SANTAS CLONACIONES!
Los problemas empezaron en los ochenta, cuando los cómics se autopromovieron a la categoría de "novelas gráficas de autor", en la que cada uno de los responsables se permitía el lujo de reescribirlo todo. Así, hubo un Robin samurai, otro en la Revolución Francesa, otro en la Independencia Norteamericana. Hubo Robins femeninos, hubo un Robin al que Batman echó de la baticueva por mala conducta y otro adoptado por un archienemigo del paladín y uno más asesinado a pedido del público, que llamaba a un teléfono para votar si el pobre y servil huérfano casi dickensiano debía vivir o morir. Hubo un Robin promovido a superhéroe con el nombre de Nightwing, un Robin que ocupa el puesto de Batman cuando este se retira (y el puesto vacante de Robin es tomado por un hijo del encapuchado), un Robin de ascendencia nativa-americana llamado Redbird, un Robin que mediante una alteración genética se convierte en un implacable nuevo Joker, un Robin que lucha contra aliens y, ay, el insulto definitivo: en un Batman del futuro, Robin es apenas y nada más y nada menos que un simio inteligente.¡SANTA VENDETTA! Solo queda por explorar una trama, claro, y me temo que el hecho de que jamás haya sido propuesta tiene que ver con que se trata de la verdad, de lo definitivo, de lo inevitable. Al final, Robin —cansado de años en la sombra— asesina a Batman. Y, por supuesto, culpan y condenan al pobre Alfred. Porque ya saben: el mayordomo lo hizo.

jueves, 7 de agosto de 2008

COSAS INEXPLICABLES DE LAS SERIES DE LOS 80

German Bula relata , con mucho humor y como solo el podría,su infancia vivida a traves de series y dibjuos animados de los años 80 y 90. German Bula nos hace ver la realidad de los dibujos animados y su ralacion con la sociedad en la que vivimos
LO QUE NUNCA PUDE ENTENDER DE LOS MONITOS.
Por German Bula
Fecha: 9/16/2003 2:40:42 PM - Edición: 44 No.
Soho

Todos hemos visto en algún momento de la vida dibujos animados en televisión, pero eso no quiere decir que traguemos entero. Que alguien resuelva las dudas que tenemos sobre los Pitufos, Pokemon y Supercampeones.

Mi experiencia infantil con las caricaturas fue la de no poder ver Transformers. Mi hermana es cinco años mayor que yo, y además mis papás la consentían más a ella. Monopolizaba el televisor y me tocaba ver tonterías como Rainbow Brite o como en She-ra, la versión femenina de He-Man, en donde la protagonista tiene un novio al que salva del peligro en cada episodio, invirtiendo la fórmula Supermán-Luisa Lane. No me gusta. Es como las groserías. No es machismo, sencillamente se ve feo en una mujer. También estaba Mi pequeño Pony, puro territorio freudiano: caballos, unicornios, arroyos fluyendo entre dos colinas... como si los niveles de estrógeno no fueran suficientes, también me tocaba ver Cariñositos. Heme aquí, un niño tratando de consolidar su identidad masculina, y me ponen a ver a un montón de peluches afeminados salvando al mundo a través del amor y la comprensión. ¡No es justo! Además, a veces terminaba jugando a los Cariñositos en el recreo. Me pedía el león, tratando de rescatar el máximo de masculinidad posible (aunque el león tiene un corazón pintado en su panza).

El único programa en el que había cierta identificación entre mi hermana y yo era Los Pitufos. A pesar de que la ley 100 ha convertido a la medicina en una profesión poco rentable y que las carreras con mamitas en la Javeriana son Comunicación y Derecho, Los Pitufos siguen vigentes como clásicos de los dibujos animados. Clásicos que, sin embargo, nos dejan muchas dudas.
¿Qué me dicen de la reproducción pitufil? A ver, es una aldea de unos treinta habitantes. Dos de ellos son mujeres, una de las cuales no aparenta edad para procrear. Además la otra no se llama Mamá Pitufa sino Pitufina, y estaría en excelente condición de haber engendrado a todos esos pitufos. Dos teorías: una, los hongos en los que viven los pitufos son en realidad la 'contraparte' de su especie (la reproducción de los pitufos sería pues por esporas, y el estudio de los fungus pitufae no pertenecería tanto a la zoología como a la botánica), y, la segunda, según la cual Papá Pitufo es viudo (Mamá Pitufa murió por repetidos abusos a su sistema reproductivo que, finalmente, cedió tras dar a luz a Pitufo Cabezón).
La gran pregunta, sin embargo, es: ¿pitufan los pitufos? Tal vez Tontín solamente se hace el bobo y por la noche se queda pitufando con Pitufina. O quizás Papá Pitufo es el único que se arroga el derecho a pitufar con todas las pitufas de la aldea. Estoy seguro de que Fortachón y Vanidoso han pitufado. Diría más: Fortachón pitufa, Vanidoso es pitufado.
Ahora, como filósofo de profesión, me siento ofendido por la forma en que nos estereotipan en los medios. Pitufo Filósofo es una ofensa. Bien dijera Teodoro Adorno en su discurso inaugural para la cátedra de Metafísica en la Universidad de Berlín: "Aquella profesión que fuera encarnada en un pitufo es una profesión perdida. Una profesión que ha sido pitufada en un rol monolítico no puede pitufar más allá de unos horizontes previamente pitufados" (Freiheit und Pitufenheit, Berlín, 1953).
Para terminar con el tema de Los Pitufos: ¿Gargamel se quería comer a los pitufos? ¿O era un odio xenófobo a su piel azul? (sé que el gato Azrael se los quería comer). En todo caso, Gargamel es el típico enemigo fracasado que tenemos en tantos programas infantiles: desde el Coyote hasta el Conde de los Gummybears. Lo salva el hecho de que tiene una frase que uno no olvida y puede usar cotidianamente: "Haré (tal cosa) aunque sea lo último que haga, lo último que haga!".
En fin, después nos volvemos más grandecitos y podemos escoger lo que vemos en televisión. Esta es la era de la japoanimación: desde Heidi y Corazón hasta Dragon Ball Z y Evangelion, la japoanimación acompañó los mejores momentos de nuestras vidas, si resulta que en esos momentos nos dio por ponernos a ver perubólica.

Al grano. Caballeros del Zodiaco, un programa que lo tenía casi todo: sangre, tripas, armaduras, referencias a las mitologías griega, judaica, escandinava y, en mi mente, al cubismo (yo pensaba que Sella gritaba "¡Dame tu fuerza, Picasso!"). Lo único que le faltaba era tal vez algo de 'carnita', como unas ninfas en pelota o algo así. No nos podemos olvidar de Supercampeones, el programa que todos seguimos cual telenovela venezolana, aunque nadie lo acepta de buena gana. Sí, sí, que la bola no sigue las leyes de la física, que un tiro libre dura tres episodios y que la cancha mide como tres kilómetros. Nada de esto importa. ¡Lo importante es que Steve Hyuga es un papito! Su pelo grueso, largo y despeinado, su camisa sin mangas, su mirada penetrante, su piel oscura... no entiendo por qué Patty prefería al ñoño de Oliver Atom.
Pokemón es una genialidad del marketing. A las niñas les gustan los bichos tiernos; a los niños les gustan los bichos que se 'cascan'. El programa duplicó la audiencia normal de un programa infantil al inventarse bichos tiernos que pelean. Pikachú es uno de los seres más tiernos del universo, junto con Gizmo (el peluche que se convierte en Gremlin) y Michelín. Cuando tenga que pedirle cacao a su novia, hágale ojitos de bambi y diga "¿Pika?... Pika pi... ¡Pikachú!". Extrañamente, funciona.
Quien no comprenda la relación entre los dibujos animados y las drogasScooby Doo, el personaje de Shaggy -el de la camisa larga y la chivera- se la pasa paranoico y con hambre (igual que su perro). En Mario Bros, comer hongos incrementa el poder, y uno adquiere la habilidad de volar tras encontrar una hoja verde. El monstruo comegalletas (cocaína), Moroco Topo (marihuana) y la mitad del elenco de El tesoro del saber (hongos/cacao sabanero) también son sospechosos. Pero la pieza de evidencia más contundente es la canción de Heidi: "Abuelito, dime tú, ¿por qué yo soy tan feliz? Abuelito, dime tú, ¿por qué yo en la nube voy? ¿Por qué el aire huele así? Abuelito, dime tú, ¿qué sonidos son los que oigo yo?". (GERMÁN BULA, Soho)

martes, 5 de agosto de 2008

Y llegaron Jiban Y los Liveman para patearle el trasero a los Ositos Cariñositos y a Heidi

Y como una respuesta a dibujos animados como La Abeja Maya, llegaron series como LIveman y Jiban. Y los niños pudieron al fin dejar de disfrazarse de los osos carinositos para poder hacerlo como el gran heroe Japones Jiban juanto a sus companeros disfrazados de Liveman ,y poder relucir lo poco que quedaba de masculinidad despues de tantas series ñoñas como Heidi.


LIFEMAN INTRO



JIBAN INTRO